lunes, 28 de noviembre de 2011


Mujer, la mitad del cielo es nuestra

Mujer de silencios y dolores milenarios,  caminas sigilosa y temerosa de un bárbaro  invasor de tus entrañas.

Mujer  fértil; campesina, indígena, labriega,

            Mujer de tierra, pan y vida;  segaron tu siembra, tu cosecha, robaron tus saberes, violaron tus íntimos rincones, y desvalida marchaste a otros lares.

Mujer obrera, cuidadora de hogares y de vida. Mujeres de múltiples fatigas y jornadas el tiempo se niega a concederte solaz para tus sueños y ambiciones.

Mujer vendedora informal, que a sol y agua, te empeñas en trabajar y no consigues un mínimo jornal con que calmar la sed y el hambre de tus hijos.

               Mujer intelectual, trabajadora… Te duele que la historia y las letras no consignen el duro trajinar de tus hermanas.

               Mujer, madre, esposa, compañera; solidaria, leal, paciente y abnegada, cuánta sed de amor habrás calmado olvidando tu vida, tus pasiones, renunciando a tus íntimos anhelos.

               Mujer niña, adolescente, adulta; contemplas con crudeza el arduo caminar de otras mujeres confiando en que la suerte cambie y sea del pasado tanta ruina.

               Mujer, siempre recuerda, que desde otros tiempos  valientes compañeras han luchado porque sea nuestra patria  tierra de hombres y mujeres libres.
Muchas otras, artistas, escritoras, plasmaron en sus obras con aire rebelde e incendiario una nueva cultura, otra vida.

               Mujeres de fuerza, solidarias, desbrozaron la senda que hoy andamos tejieron de hilos finos, el nuevo traje hoy lucimos, libres       de culpas y temores.
                                           
               Mujer, que luchas con denuedo, desecha los dioses que te oprimen, despliega tus saberes, exige con firmeza tus derechos. No permitas que acallen vuestros gritos.
Atrévete a ser feliz y libre, reta al mundo, al miedo, a los demonios.
No dejes que otros hablen y decidan por tu vida, sé tu misma.

            Mujer, libera con tu fuerza interior esas cadenas  y  entonces indómita y bravía, un mundo nuevo a construir será nuestra tarea.

            Mujeres  que hoy reclaman un lugar y espacios más visibles  lograrán lo que ayer no era plausible, y adalides de una causa noble y justa lograrán nuevas conquistas.
Y luego entonaremos jubilosas  las consignas  que hoy exige la dura realidad que oprime a otros.  Diremos con orgullo: Estoy viviendo, camino de la mano con mi hermano, sonrío con confianza y sin tristeza, empeño con pasión y con coraje  un nuevo amanecer en nuestra tierra.

               Mujer el mundo es nuestro, te invito a batallar sin más reparos.



Luz María Correal Pérez 

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